Mosquitos
Dentro de este grupo los mosquitos pertenecen a la familia Culicidae. Son dípteros esbeltos de una longitud entre 3 a 9 mm, de patas largas y con escamas en el cuerpo y en las alas. En la cabeza tienen una larga probóscide con la que toman su alimento. En la mayor parte de las especies las hembras necesitan sangre para poder poner los huevos, mientras que los machos se alimentan de néctar y diferentes líquidos que obtienen de la planta. Las hembras se distinguen de los machos, además, por tener las antenas pilosas en vez de plumosas. Los huevos son depositados por las hembras en grupos, o de uno en uno, sobre la superficie del agua o cerca de ella. Las larvas que nacen son ápodas y tienen el cuerpo dividido en cabeza (con las piezas bucales, ojos y antenas), un tórax ancho y el abdomen compuesto por 10 segmentos, de los que los tres últimos están modificados. Las larvas son acuáticas, respirando a través de unos sifones o unos pequeños lóbulos que se encuentran en los segmentos finales, pudiéndose encontrar en numerosos sitios donde haya agua estancada. Se alimentan de diferentes microorganismos, algas y de cualquier tipo de materia orgánica. Las larvas mudan cuatro veces, incrementando gradualmente su tamaño, antes de alcanzar el estado de pupa. El estado de pupa también es acuático, eclosionando los adultos al cabo de unos pocos días. La cópula ocurre poco después, habitualmente al entrar una hembra en un enjambre de machos. Después de la inseminación las hembras necesitan encontrar un huésped del que alimentarse, ya que es necesaria la sangre para iniciar la ovoposición.
La importancia de los mosquitos para el hombre reside en su capacidad para transmitir numerosos patógenos cuando pican, ya que inyectan saliva al mismo tiempo que cogen la sangre. El volumen que pueden tomar por picadura es de unos 2-3 mm3.