Chinches de la cama
Las chinches de las camas pertenecen a la familia Cimicidae, en la que se han descrito una 90 especies, alimentándose todas ellas exclusivamente de sangre de mamíferos y aves. Sin embargo, sólo unas pocas se alimentan de sangre humana, siendo la más importante la chinche de la cama común Cimex lectularius.
Morfología
Son pequeños insectos (4-7 mm), sin alas, de cuerpo ovalado y aplanado dorsoventralmente cubierto de pelos microscópicos. Las antenas no son largas y están compuestas de cuatro segmentos. El protórax (la parte del cuerpo situada inmediatamente debajo de la cabeza), está expandido lateralmente. El abdomen presenta un característico aspecto en bandas. Machos y hembras se diferencian (además de por el tamaño, siendo las hembras más grandes) por la parte terminal del abdomen; En el caso de los machos éste es apuntado mientras que en el de las hembras es redondeado. El color del cuerpo es marrón o marrón-rojizo. Después de alimentarse se ensancha el cuerpo, desapareciendo el aspecto en bandas y se vuelven de un color más rojizo.
Biología
La hembra puede poner entre 200 a 500 huevos (de 1 mm de longitud) a lo largo de sus 12-24 meses de vida, dependiendo de la temperatura, humedad y de la presencia de un hospedador adecuado. Deposita los huevos en rendijas o grietas en grupos de 10-50 huevos pegados por una sustancia pegajosa. Los huevos eclosionan a los 7-10 días. La ninfa que nace es similar al adulto aunque de color pálido hasta que toma su primer alimento, necesario para poder continuar con su desarrollo. Hay cinco estadios ninfales hasta llegar a adulto, tardando unas 4-5 semanas aunque a temperaturas bajas o con escasez de alimento la duración del ciclo se alarga considerablemente, ya que los estadíos inmaduros pueden sobrevivir largos periodos sin alimentarse (al igual que los adultos, que pueden estar hasta un año). La temperatura es el factor que más influye en la supervivencia y en el desarrollo. A menos de 13°C no se desarrollan, no sobreviviendo con temperaturas constantes inferiores a 7°C, aunque soportan breves periodos de congelación. Por el contrario no sobreviven a 40°C durante 24 horas o a 45° durante 1 hora.
Comportamiento
Son muy poco amigas de llamar la atención, por lo que cuando son detectadas por primera vez las poblaciones ya son elevadas. Son activas por la noche, con el máximo de actividad al anochecer y antes del amanecer. Durante el día se esconden, normalmente en grupos, en rendijas o huecos en el colchón, canapés, muebles del dormitorio… o incluso dentro de equipos electrónicos, ya que su cuerpo aplanado es ideal para resguardarse en estas zonas.
Los adultos se alimentan cada 5-10 días (y siempre antes de hacer una puesta de huevos), tardando unos 10 minutos en hacer una toma completa. Son características sus picaduras indoloras en la piel expuesta, en línea recta similares a las de la pulga. Una vez se han alimentado se retiran a sus refugios, no permaneciendo sobre el huésped.
Se puede detectar su presencia por la acumulación de partículas fecales (que contienen sangre parcialmente no digerida) y de huevos en los sitios dónde se refugia habitualmente. Los adultos si son sorprendidos se pueden mover con bastante rapidez, a la vez que con unas glándulas defensivas emiten una señal de alarma que tiene un característico olor dulce, similar al del cilantro. Este olor es típico de los objetos o domicilios con una elevada infestación por chinches.
Se dispersan con mucha facilidad, sobre todo a través de la ropa, muebles o colchones viejos. En ausencia de humanos también pueden alimentarse de otros animales domésticos.
Importancia para el hombre
A lo largo de la historia las chinches se han considerado una plaga importante para los humanos. Sin embargo, su importancia disminuyó considerablemente durante siglo XX ya que la introducción de los insecticidas redujo su incidencia. No obstante, a partir de los años 90 del siglo XX se detectó un repunte considerable de sus poblaciones, que se sigue manteniendo, en todo el mundo. Por el momento se desconoce el motivo de este incremento.
Su importancia sanitaria se basa principalmente en las reacciones inmunes a su saliva, que pueden generar urticaria papular, ampollas, inflamación con picor intenso o en el peor de los casos anafilaxia. Algunas personas pueden desarrollar un síndrome de sensibilidad con agitación, nerviosismo e insomnio.
Aunque se ha detectado la presencia de patógenos humanos en las chinches, como es el caso del virus de la hepatitis B, hasta el momento no se ha demostrado que las chinches puedan transmitirlos a través de su picadura. Sin embargo, existe riesgo de infección al rascarse las picaduras, por los excrementos (que contienen sangre) o al matar las chinches sobre la piel.
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